Monday, September 18, 2006

En Tecate

Prometo no hacer escritos tan largos, pero esta anécdota de mi vida sucedió hace 15 años, fue un sabor agrigulce que deseo compartir. Si en alguna improbable oportunidad los protagonistas la leen... espero que podamos platicar, son muchos años de espera.

El primer corazón roto

Cuando cumplí 15 años, mi madre, como toda una mujer trabajadora y orgullosa de sus hijos, busco de un millón de formas, hacernos nuestra fiesta a mi hermano y a mi. Para mi gusto, es la mejor quinceañera a la que he asistido, ya que mi mamá hizo una recepción para jóvenes, con una escasa dotación de adultos y el alcohol controlado... el resultado: cero accidentes y mucha diversión.

En esas fechas, las cosas con la familia por parte de mi abuelo estaban queriendo componerse, ya que desde que recuerdo, entre ellos había una desunión e incomunicación total. Por eso mismo, mi mamá invitó a unos primos de la misma edad que nosotros, ella tenia 16 y su hermano 14. Durante la fiesta casi no tuvimos tiempo de convivir, pero al día siguiente, pudimos conocernos de lo cual surgió una bonita amistad. Decidimos escribirnos (en esa época nada que ver los chat ni los e-mails, así que eran cartas normales), y de esa relación epistolar surgió la invitación para pasarnos las vacaciones de verano en su ciudad.

Ya estando en la casa de mis tíos, lo lógico era que yo durmiera con mi prima y mi hermano con mi primo, es natural imaginar que las noches las pasábamos conversando acerca de nuestras breves experiencias adolescentes, los amores y desamores, los primeros besos, los novios, la inseguridad y todos aquellos inmensos problemas que nos suceden a los 15 años de edad. En esas conversaciones, mi prima me confesó la historia de su primer gran amor, que terminó en decepción. No necesito relatar los detalles, pues que se puede esperar de un plebe bastante guapo de 16 años tratando de enamorar a la chica rica de la ciudad, y con infinidad de chicas asediándolo.

En fin, la historia no terminó bien, y ella se pasaba los días preguntándome cuando iba a terminar su mala suerte, pero ¿qué podía decirle yo... si me encontraba en la misma situación?. Un día estábamos orgullosamente perdiendo el tiempo mirando videos musicales con el grupo sensación del momento (Garibaldi y no se rían), cuando un amigo de el sujeto en cuestión le llamo por teléfono (regular) a mi prima, y entre broma y broma, mi bocota de adolescente se abrió para dejar escapar la peor de las indiscreciones jamás dichas: mencionar el nombre del individuo con algún que otro arreglo despectivo.

Ya se han de imaginar lo que sigue no?... mi prima aventó el auricular escondida tras el sillón de la sala totalmente apenada y con un cambio de colores en su rostro semejantes al arco iris. Yo por mi parte, trate de arreglar la situación, tomé el teléfono y le dije al chavo que lo que había escuchado nunca sucedió, y aquel infame muerto de risa se apiadó de mi súplica, afortunadamente; pero pidió como recompensa conocerme e ir a visitarnos a la casa para invitarnos a la feria local, que en ese tiempo presentaba a la muy famosa cantante Gloria Trevi (que lejanos estaban los días en que su fama se viera destrozada por las acusaciones que se le imputaron, y era el máximo icono del pop mexicano).

Mi prima se puso muy nerviosa. Todo ese día daba vueltas hacia el ventanal esperando la visita de su amigo, la verdad yo me encontraba tranquila, era algo que para mí no tenía demasiada importancia. Pasados al menos 20 minutos de la hora indicada de la visita, el timbre de esa casa retumbó como un mal presagio de lo que sucedería después. Todavía recuerdo el rostro desencajado de mi prima, los ojos tristes y la voz entrecortada; yo no entendía que pasaba y me dijo que me hablaban en la puerta.

Al salir, estaba en la puerta el amigo aquel del teléfono, me saludó muy amablemente, y después me presentó al gran amor de mi prima, ese chico de 16 años que tanto la había hecho sufrir y era la causa de cierto complejo de inseguridad que la aquejaba. El instante fue tan incómodo como doloroso. Nuestras miradas se cruzaron tratando de disimular, ¿pero que pueden esperar de dos adolescentes en plena explosión de adrenalina, feromonas y sentimientos?

El flechazo fue instantáneo. El chico prácticamente ignoró a los demás, e inmediatamente intentó hacer una conversación individual. Mi cuerpo se dividía entre lo que dictaba la razón y lo que no negaba el sentimiento. Todavía recuerdo esa sensación, el latir del corazón y el malestar por lastimar a un inocente. (Debo decir que era la primera vez quien era yo la que lastimaba, pero eso no me consuela hasta la fecha). Los minutos transcurrían, y a cada segundo el sentimiento le ganaba a la razón.

El amigo se fue cansado de esperarlo... mi prima fue en busca de consuelo con sus vecinas, por lo que pasé a ser la bruja del siglo. Y yo ahí, simplemente siendo quien soy, o lo que creía ser en esa edad. En fin, fuimos a la dichosa feria, él nos alcanzó en el lugar, y estuvo cerca de nuestro grupo en todo momento.

Es por demás decir que las amigas de mi prima me hicieron la ley del hielo (incluyéndola), a lo que él extrañamente de dio cuenta (y digo extrañamente porque siendo hombre... y de 16 años), y me sugirió apartarnos del grupo, a lo cual con lágrimas en los ojos accedí. A partir de ahí me aleje de los problemas y me divertí lo que restó de la velada, él me regaló una camiseta conmemorativa, que todavía conservo, vimos el concierto y regresamos a casa.

Las cosas con mi prima no mejoraron al llegar a dormir, y todo se complicó cuando al día siguiente, el chico llegó a visitarme. Al despedirse pude ver lágrimas en sus ojos, que compartí en ese breve abrazo y beso en la mejilla que nos regalamos. Al entrar a la casa, mi prima había cerrado la puerta de su recámara con llave, mi corazón ya no soportaba tantas emociones diferentes... al mismo tiempo. Y para colmo, mi tía me dio un sermón acerca de ese amor imposible que había surgido en su hija, y creo yo que trataba de defenderla y al mismo tiempo disculparla, pues la culpa de todo la tenía yo, por haberme cruzado en su camino.

Regresamos a casa al día siguiente. Nos escribimos unas cuantas cartas y deje de tener noticias de él y de mis primos. Las cosas con ella jamás mejoraron, la última vez que la vi fue hace casi 10 años en el funeral de mi abuelo, me dijeron que se casó y ya tiene hijos, mi primo también formo una familia y terminó su carrera. El día que falleció mi tío no pude asistir al funeral, así que creo que si los veo en la calle, no podré reconocerlos.

Al cambiar de domicilio, un día de julio, le escribí una carta a ese chico, la redacté de manera impersonal, pues no sabía si todavía vivía ahí. A los 3 días me llamó por teléfono. Teníamos 23 años.

Al tiempo, justo después de un accidente que tuve, quise hacer contacto, pero creo que su esposa me contestó la llamada. Ya no supe si le causé un problema, pues debido a la pésima conexión de larga distancia, ésta se bloqueó.

Hasta la fecha, no he sabido de él o de mis primos. Hasta la fecha sigo sintiéndome culpable. Yo sé que son etapas de la vida que se viven y que nos hacen fuertes. Pero en mi escaso conocimiento de las relaciones humanas a la edad de 15 años, siempre creí que le había robado algo a mi prima, le quité sus ilusiones, y la aparté de su gran amor.

Como dije, ella esta casada y yo no. A veces lo veo como una compensación karmica, le causé tanto dolor que la vida la premió con una familia. De él, que puedo decir, también tengo guardada todavía una foto que me envió; perduran en mi, los pocos momentos que pasamos y que fueron la causa de una ruptura familiar.

Sin embargo... espero que sean felices.

2 comments:

Anonymous said...

Hace tiempo fui a su ciudad. Curiosamente revise el directorio yencontre su nueva direccion. Anote el telefono mas no lo llame. No se si sea adecuado. Sin embargo, en el fondo quisiera saber de él.

Aly said...

Volví a hablar con mi prima, es muy felíz.
A el lo ví en facebook pero no tenemos contacto... cosas del destino.