Monday, July 10, 2006

Un día nefasto

Mucho cuidado con los ciber compas =o)

Mujeres “Ex” Sumisas

¿Qué nos está pasando? ¿Dónde quedó la dignidad y la fuerza de unión por la que hemos estado luchando?

Saben, hace unos días, mientras me arreglaba para ir al trabajo, recibí una llamada telefónica amenazando mi vida. Era una mujer de escaso vocabulario aunque altamente soez, que reclamaba el hecho de que le “había robado a su marido”... Mi reacción fue de ¿perdón? ¿de que hablas?, y comenzó con una dislalia repetitiva propinando el mismo insulto una y otra y otra vez, como si la contracción de la palabra prostituta fueran a minar mi autoestima y mi fuerza de mujer.

No debo olvidar comentar que colgué mi celular, pues no estaba yo para perder el tiempo. Pero desafortunadamente, la mujer llamo a mi casa; ahí vino mi preocupación, no por el reclamo por un hombre al que, excuso decir, no recordaba, sino porque puso en peligro a mi familia. Hablé con mi madre y mi abuela, les dije que yo arreglaría todo... aunque solo tenía como pista, el nombre de pila del fulano en cuestión y una lada de otra ciudad.

Di vueltas a mi cabeza, hasta que recordé de quien se trataba. Y una risa irónica me invadió, y me dije “TANTO PROBLEMA POR... ¡ESTO! “ era una persona que solo había visto en mi vida una vez, y entre nosotros no hubo nada, ni siquiera algo que recordara (tristemente, porque es decepcionante no dejar huella en la gente que te conoce), fue simplemente un hola, mucho gusto e infinidad de conversaciones por teléfono y vía internet, sencillamente lo que hoy llamamos un “ciber amigo”.

Lo que vino después fue avisar a las autoridades y esperar que nada le pasara a mi familia, pero me encontré con la triste noticia de que no había delito que perseguir, ya qué la amenaza no era directa ni atentaba tácticamente contra mi vida... O sea que debería de esperar a que la tipa me golpeara o me matara para que se pudiera levantar algún cargo, bonita cosa, pues me doy cuenta una vez más que nuestras leyes protegen más a l agresor que al agredido, pero esta es otra historia que contaré después.
Volviendo al caso de la mujer despechada, o que se creía engañada (bueno por mi debo decir francamente que no), el ver como malgastaba su energía peleando a un seudo hombre que no valía la pena, llegué a una reflexión. Es una situación repetitiva que me tiene incómoda, el hecho de cómo últimamente las mujeres reaccionamos (o mejor dicho reaccionan, porque gracias a mi madre no me incluyo... ¡bien por ella!) ante el rechazo, el abandono, la infidelidad, el intento de infidelidad o la indiferencia de sus parejas, haciendo evidente en todo caso la ultra dependencia psicológica y moral (quiero pensar que lo económico viene quedando en un muy lejano término, se vale soñar ¿no?), que le tienen a “su” hombre.

No es posible mujeres que sigamos reaccionando como en el siglo pasado (o el antepasado), si bien es cierto, que nuestras antecesoras lucharon contra un mundo dominado por hombres y para los hombres, en donde ni siquiera éramos dignas de emitir un voto, mucho menos aspirar a una candidatura (de lo que fuera), ¡¡no y no!!. Como pueden ver, las mujeres éramos solo objetos de decoración, esclavas de la cocina, la niñera de los hijos... la sirvienta de la casa.

No se nos permitía estudiar, crecer, saber, pensar, mucho menos decidir; y fue entonces cuando algunas mujeres comenzaron a romper esquemas y decidieron ponerle fin. El resultado fue que, aparte de ser (y por las que quieran ser), objetos de decoración, esclavas de la cocina, la niñera de los hijos y la sirvienta de la casa, ahora somos, además; maestras (a mucho orgullo y de escuela pública), abogadas, ingenieras, presidentas, políticas, médicas, soldados, artistas, mártires y campesinas.

Y sigo rematando que, ahora que aquí en occidente (no me meto en la cultura talibán, ni musulmana ni todo aquello y con mucho respeto), tenemos acceso a la cultura, libertad, medios para crecer y fortalecer la lucha de nuestras mujeres y por nuestras mujeres, seguimos tomando actitudes tele novelescas (léase Televisa específicamente, aunque a TV Azteca se le va una de vez en cuando), en donde gritar es sustituto de dialogar, insultar es un argumento y llevar a la vida real un capítulo de Laura en América es el mejor medio para asegurar a tu marido.
E Insisto, ¿porqué mujeres? ¿No ha valido la pena la lucha de Sor Juana, el sacrificio de Juana de Arco y el ejemplo de todas aquellas Juanas que se han quedado en el camino por la unidad y dignificación del género?... Pues no. La mayoría (no todas) de las mujeres que conozco, se califican de insumisas, solo por el hecho de buscar en otra a razón de su propio fracaso. “Yo perdí a mi marido por culpa de esa golfa... y le partí la cara” (Claro con otras palabras mucho más fuertes) ¡NO, NO, NO! no podemos seguir así.

El fracaso es personal y la infidelidad es de dos. No hay más culpable en el fracaso más que uno mismo, y no hay más culpable en la infidelidad mas que los dos involucrados, ninguno tiene más culpa que el otro. No busquemos culpables entre nosotras. ¡Por favor! La culpa esta en una misma y en como manejas tu vida. Y no debe llamarse culpa o fracaso, sino aprendizaje, pero no lo vemos así, y preferimos lavarnos el sentimiento a costa de otras, aunque nada tengan que ver en el asunto, ya que es más fácil recrear las novelas televisivas que afrontar la vida real.
Y repito la pregunta que hice al principio... Mujeres, ¿Qué nos está pasando?