Wednesday, August 09, 2006

Otro recuerdo

Esto me pasó hace como 4 o 5 años... Si te identificas, por favor haz contacto si??? Tengo ganas de platicar contigo... Sin accidentes ;o)

El Chico de la Papelería

Hoy recordé un capítulo bastante simpático de mi vida. Comienza en una papelería a la que mi madre nos llevaba desde hace mucho tiempo. Ahí trabajan jóvenes que son estudiantes de diversos niveles, y el dueño los apoya para que sigan su preparación al tiempo que logran sufragar sus gastos.

Ahí trabajaba un chico, bastante serio muy formal, que su amabilidad lo hacía destacar del resto de los empleados del lugar. Blanco, no muy alto, siempre pulcro, fue testigo de malos días en mi ultimo año de carrera, pero lograba despejar mi mal humor y nos atendía a mi y a mi compañera de escuela con una sonrisa y buena deseos, para que no decayera nuestro ánimo. Al terminar la carrera, casi todos los días llegaba a la papelería en busca de material para dar mis clases, y platicábamos mucho tiempo, casi puedo asegurar que era más lo que tardábamos en hablar, que lo que necesitaba para atenderme.

Con el tiempo, me fui dando cuenta que no era mal parecido. Tenía todo lo que, en lo personal, me agrada de un hombre. Cabello negro, mirada dulce y expresiva, labios rojos, un poco delgados pero delineados, voz varonil y nombre de telenovela (que no lo pienso escribir porque a lo mejor no le parecerá correcto), y para colmo de todo, amable, sencillo y trabajador... chicas, ¿qué más podemos pedir?

Para no alargar más la historia, se me ocurrió confesarle mis pensamientos a mi madre... Ya se imaginarán lo que sucedió, ¿o me equivoco?. Si, ella fue (con buena intención supongo) a decirle a este joven lo mucho que a su hija le gustaba. Lo demás, fue una larga fila de saludos enviados y contestados, muchas veces sin haberlos remitido y muchas otras exagerados

Las pocas veces que visité la papelería después del incidente, el me atendía muy bien, entre las risitas burlonas de los demás compañeros, se mostraba atento, nunca cambió su forma de ser hacia mí, ni para bien ni para mal.

Cuando llegaba a su trabajo y él no estaba, le preguntaba a la señora encargada, ella solo sonreía y me daba detalles, todo como parte de un juego infantil y bastante divertido, pero nunca nos dijeron algo mal intencionado mientas él me atendía (a excepción de la esposa de otro trabajador, y la verdad nunca la entendí, pues por qué tenía que cuidarle las espaldas si no era su marido).

Un día, las cosas tomaron otro rumbo. Entre juegos e indirectas, trabajaba sin mirarme a los ojos, al despedirme de él, sus labios fueron a parar sobre los míos, fue un besito rápido, como de niños, al separarnos únicamente nos vimos y cada quien tomó direcciones opuestas. No debo negar que iba dando saltos de felicidad, no lo podía creer, fue un momento muy tierno y al mismo tiempo indescifrable.

En la siguiente ocasión que lo vi, me pidió disculpas, admitiendo que había sido “un accidente”. Bueno - esos accidentes ni lo dañan a uno – pensé. En las posteriores ocasiones, los accidentes se hicieron más frecuentes, hasta que un día, cuando me atendió la chica celosa, él se encontraba en una vitrina, estaba a punto de irme, pero me pidió que me acercara, conversamos cosas sin importancia, le ayudé a terminar su trabajo y le dije que era hora de retirarme.

Me acerqué para despedirme y... el accidente volvió a suceder, esta vez le pregunté si en realidad lo era y él dijo que no. Entonces aproveché. Me acerqué a él decidida a llevarme un bonito recuerdo, y lo besé. Fue un beso tan tierno, delicado pero firme, casi perfecto ya que la vitrina era bastante ancha, no se que hubiera pasado de estar en una situación más cómoda, mínimo hubiera durado más, pues la magia se interrumpió gracias a la chica celosa que tuvo la brillante idea de acercarse en ese momento.

A partir de ahí, los accidentes se hicieron más intensos y tan comunes como decir buenos días, y como siempre me pasa, nunca llegamos a nada en concreto, es la clásica situación en que ambas partes se atraen, pero, siempre hay un pero de por medio. Nunca supe cual era su “pero”, quizás la diferencia de edades, pero eso no le importó con los accidentes. No se, el caso es que no lo he visto en años.

Hoy lo recordé y mi cara se iluminó, fue algo tan especial, y no porque fuera un gran amor o alguien con el que pasé un rato agradable, este chico no puede catalogarse ni definirse. Fue lo que fue y es algo que había estado en el cajón de los recuerdos, y la verdad no sé porque lo reviví precisamente hoy.

No se donde está, no se si se casó, y a la papelería no regresé, quizás por mi cambio de trabajo, falta de tiempo o lo que sea, el caso es que me alejé, no se si al mismo tiempo que se alejó él. Sin embargo, los recuerdos que me agolparon este día, refrescaron su rostro y podría decirse que también el timbre de su voz, y también motivaron un deseo nostálgico de volver a ver, al chico de la papelería.

Soledades

Disculpen si a alguien ofendo con esto...

La Soledad

No se si sea bueno admitirlo, pero últimamente me he sentido sola. Es como esa sensación que te embarga cuando pierdes a alguien. Me sigue a todas partes, como una sombra que me recuerda que es parte de mi. Está conmigo al despertar y me acompaña a la hora de dormir, se interpone en mis horas de ocio y me espera en mi tiempo de trabajo.

Nadie sabe lo que siento, pues para mi fortuna he sabido ocultarlo bien. Pero al mismo tiempo es cansado que se te catalogue como “una mujer independiente, que no necesita de un hombre para triunfar”. Si, puede ser bastante halagador que se te vea como una persona triunfadora por mérito propio; pero muy por encima de eso está la parte complementaria de todo ser humano: una pareja.

Hasta ahora no he podido expresar este sentimiento, sin que nadie me interrumpa con sus propios pensamientos y su manera de ver mi vida a través de otros ojos. Tal sentimiento me abruma por las noches, pues las paso en vela preguntándome ¿por qué?. Qué es lo necesito para tener una relación estable, como las que tienen mis primos y mis amigas, por qué me he topado con gente de negro corazón, que me han envuelto en problemas que me son ajenos, solo para divertirse o poner a prueba el amor de otras.

No se trata tampoco de sonar desesperada. Simplemente deseo dejar salir esta rabia que vive en mi cuerpo, porque es muy triste llegar a la tercera década de vida y no poder decir a los cuatro vientos que pude tener una relación de la que pueda presumir. Todo ha sido escondido, efímero, sin trascendencia, mentiras o verdades a medias... Vacío.

Para mi, esta soledad pesa, siento que gana terreno y me empiezo a acostumbrar a ella. Sin embargo se que no es sano, no se puede vivir en solitario, todos necesitamos de alguien, simplemente no venimos de una célula individual, se ocuparon dos para formar lo que somos ahora.
Miente quien diga que es mejor estar solo que mal acompañado, miente el solitario que diga que es feliz, sinceramente... no sabemos estar solos.