Wednesday, September 20, 2006

Más recuerdos

Creo que esta semana he escrito más que en todo el tiempo que lleva abierto este espacio. Este escrito es para es chico que me acompañó en los inicios de mi carrera dancística... tu sabes de quien hablo. Me dio gusto verte y darme cuenta lo mucho que has cambiado =o)

El cajón de los recuerdos.

Todos los días tengo la oportunidad de aprender algo acerca de la vida. Hoy no ha sido la excepción. Me he dado cuenta de cómo al crecer, vamos añorando las cosas que teníamos en la adolescencia; cuando en esos días deseábamos enormemente crecer y ser independientes.

Al ganar la independencia, ganamos responsabilidades. Al dejar de ser los hijos pasamos a ser los padres (para el caso de algunos de mis amigos no el mío). Y la mayoría de todas aquellas cosas que deseábamos ser se fueron quedando en el cajón de los recuerdos, que este día me tocó revisar.

Me he reencontrado con amigos de la prepa, casi todos ya con sus vidas formadas, con hijos y trabajos absorbentes, y todos con la misma nostalgia del pasado que parece ahora tan lejano; es indispensable preguntar por los demás, así como también preguntar como nos ha tratado la vida; y también es inevitable lanzar una mirada de tristeza cuando te enteras que alguno de ellos ya no esta mas.

Uno de los recuerdos que tengo de aquella época, es de una persona que marcó mi último año en la preparatoria. Era un chico alto, rubio y delgado, excelente jugador de básquetbol, con problemas de actitud y una sonrisa encantadora. Mi grupo, tenía jugadores muy buenos también y eran los principales rivales del equipo de aquel muchacho.

No se porque razón se fijó en mí, y comenzamos a tratarnos. Fue una relación que pudo haber dado más, pero las circunstancias escolares, los egos y las venganzas tomaron su pedacito de ese noviazgo, como si todo hubiera sido un plan macabro para lastimar a mis amigos a través de mi. Nunca lo entendí, las últimas palabras que me dijo fueron tan duras; preferí dejar a un lado todo y seguir con mi vida. Así llegó el día de la graduación.

A los pocos meses, esta persona me buscó, hablamos de todo lo mal que hicimos, de lo que dejamos que pasara. Lo intentamos pero no funcionó. No recuerdo con exactitud cuales fueron esta vez sus últimas palabras, solo recuerdo que fueron hirientes; tal vez era su forma de demostrar sus sentimientos. Solo tengo la imagen de él alejándose mascullando miles de palabras que bloqueé en mi mente, para que no doliera más.

Así pasaron años. Miles de vivencias, infinidad de recuerdos. Un día recibí una llamada, era él. Pensando en que la madurez había llegado a nuestras vidas, nos dimos otra oportunidad. No funcionó. Fue como que, de alguna manera, nunca estuvimos en la misma frecuencia. Al parecer, el buscaba algo en mí que no podía darle, y yo quería algo de él que en esos momentos no estaba dispuesto a ofrecer. Esta vez no hubo despedida dolorosa. Simplemente se fue. Tengo el vago recuerdo de algún comentario malsano, pero sin sufrimiento.

Y los años siguieron su curso. Supe por algún conocido que éste chico formalizó su vida. Una melancolía inmensa me invadió, como cuando recibo la noticia de que alguno de mis amigos se casa. Es un sentimiento cálido, es un sentirme bien por ellos; pero al mismo tiempo me recuerda mi soledad, los deseos de tener algo para mí.

Hoy me reencontré con ese chico. Se nota el paso del tiempo en ambos. Ya no somos los niños jugando a ser novios. No hubo reclamos, ni palabras hirientes. Fue un gusto por vernos y saber si estábamos bien. Esta vez no se habló del pasado ni de lo que pudo ser, simplemente hablamos de nuestro presente y de lo que se pudiera ser en el futuro. Lo vi tan cambiado, tan sereno. Nada que ver con aquel chico arrogante de principios de los 90´s; creo que ahora si nos llegó la madurez.

Fue tan grato abrir este cajón de recuerdos, porque; aunque éstos eran bastante dolorosos, me di cuenta que ya no lastiman, que ahora si he trascendido a aquellos instantes tan duros que pasé, que ya ni siquiera me interesa saber la razón de sus acciones. Lo que pasó esta atrás y ahora debemos ver hacia delante, y mantener viva esta amistad, que a pesar del tiempo y las circunstancias adversas, nunca ha dejado de existir.

Cuídate mucho. Fue un placer verte de nuevo.

Tuesday, September 19, 2006

En Tepic

Gracias... lo disfruté mucho mucho mucho =o)

Los Hermanos Peruanos

El verano de 2005, fuimos invitados a un festival en la ciudad de Tepic, Nayarit; dentro de él, venían delegaciones hermanas de diferentes partes de la república y del mundo, entre las que se encontraban, Puebla, Chihuahua, algunos grupos nayaritas y nosotros representando a Baja California; así también se encontraban los países de Argentina, Polonia y Perú.

Ya para este viaje, mi situación personal con algunos compañeros del grupo estaba cambiando. Fue un viaje lleno de detalles amargos y de desencantos. En el trayecto me di cuenta que los humanos somos los únicos seres capaces de lastimar por gusto; que tenemos la habilidad para levantar calumnias y así hacerle la vida imposible a otra persona.

Sin embargo, a pesar de mi no muy grato descubrimiento, y contrario a lo que estas personas esperaban, logre sacar provecho de la situación. No voy a mentir y decir que todo fue miel sobre hojuelas, claro que no; pero si puedo admitir que gracias a mi soledad obligada, pude conocer a otras personas, que irónicamente llegaron a conocerme mejor que mis propios compañeros, en unos cuantos días.

Estas personas a las que me refiero, son nuestros hermanos peruanos, de la Asociación Brisas del Titicaca, que tienen su cede en Lima, los pocos o muchos que logre conocer, están lejos de ser las personas que presentan en un programa, bastante popular; que podemos ver en televisión abierta, y que supuestamente, narra los problemas cotidianos de aquel país (y no lo menciono porque mis amigos peruanos se molestan cada que nombro a la conductora de este emisión televisiva).

Era muy agradable levantarme a desayunar, y que estuvieran esperando en la mesa los músicos que los acompañaban: Alex, Omar y Hernán, con quienes más conviví, con los que compartí alimentos y alguna canción. Los tres siempre atentos y amables, sinceramente creo que las personas que conviven con ellos a diario deben de sentirse orgullosas de tenerlos como amigos.

Recuerdo la bondad de Alex, el aire misterioso de Omar y los comentarios tan acertados de Hernán. Siempre les estaré agradecida por el tiempo que me regalaron.

Pero más recuerdo, a un bailarín, que fue la persona más allegada a mí en ese festival. La noche en que lo conocí, todo su grupo había armado tremenda fiesta en el patio de la casa donde nos hospedábamos. Este chico (que su nombre es Hugo Arturo), estaba con unos amigos y comenzamos a platicar, y después de ese día, nos buscábamos con frecuencia, intercambiábamos dichos y palabras altisonantes (como siempre y no puede faltar en esos encuentros interculturales); y fue surgiendo una amistad muy especial, que gracias a Dios hasta hoy sigue vigente.

Un día, por una mala jugada de alguien de mi grupo, dejaron cerrada la puerta de mi cuarto mientras yo me encontraba afuera, por lo que tuve que pasar lo que restaba de la noche en el pasillo de la casa. Pero como todo un caballero, mi amigo Hugo, se ofreció a acompañarme; y nos quedamos esa madrugada en el frío piso y la casa a obscuras, en una benévola noche de julio.

Todavía esta presente en mi memoria el cielo negro adornado con miles de estrellas, parecía que se podían observar todas; a pesar de lo bello de aquella noche, el cansancio nos iba venciendo, no supe si realmente dormí o si en realidad pasamos la noche en vela. Creo que a partir de ahí nos hicimos inseparables, las únicas ocasiones que no estábamos juntos era en las presentaciones o en el desayuno (pues ese tiempo estaba reservado para Alex, Hernán y Omar); sin embargo durante los descansos y en las noches, nunca nos faltó tema para conversar.

Ellos tuvieron que partir primero que todos, antes incluso, de la clausura del festival. Ese día, la mayor parte de nosotros estaba realmente triste, ya que estos hermanos peruanos, nos dieron una gran lección; nos enseñaron humildad, bondad, amistad, solidaridad y muchos otros valores que no cabría mencionar. Por mi parte, es a la única delegación que quisiera volver a ver en otro festival. Son las personas más completas que he conocido.

Vivirán por siempre en el corazón de sus hermanos cachanillas.

Monday, September 18, 2006

Sin agraviar a los presentes

Toda similitud con la realidad... es mera coincidencia.

El efecto Yoko Ono

Hace tiempo, en la década de los 50´s y 60´s , mientras la juventud luchaba por la libertad de sus opiniones y tratar de romper con los esquemas tradicionalistas, hubo un grupo que vino a servir de bandera cultural en aquella época, con su irreverente estilo, cabello alborotado y actitud desenfadada que enloqueció a jóvenes y a adultos.

The Beatles, fincaron una carrera de éxitos sin precedentes, llenando estadios, marcando el camino a seguir para los grupos incipientes, imponiendo modas y estilos que eran copiados por millones de jovencitos en todo el mundo, instituyendo de esta manera la beatlemanía, que hasta la fecha, sigue estableciendo el punto de referencia en el antes y después en la historia del rock y de la sociedad.

Como siempre pasa, la vanidad, los excesos, el ego, la fama y el asedio de fans y periodistas, fueron fragmentando la unidad del grupo, hasta llegar al punto en que casi no podían reunirse sin tener desacuerdos. Un día, el vocalista principal del grupo conoció a una artista oriental de nombre Yoko Ono, y desde el momento en que se sintieron atraídos, la mayor parte del tiempo la pasaban juntos, hasta el punto en el que iba al estudio de grabaciones y opinaba sobre el curso del disco.

El resto de los integrantes comenzaron a sentir la presión de esta mujer, sobre todo en el cambio dramático en su líder de tantos años, y terminaron por separarse y hacer sus carreras en solitario. A los años, el líder de la agrupación fue muerto a balazos por un fanático. El paso a la historia como un genio arrancado del mundo de manera infame, y ella, sigue siendo para muchos, la única culpable de la separación del cuarteto de Liverpool.

El objetivo de esta reseña, era preparar el camino para resaltar lo mucho que afectan las influencias internas en un grupo, desde el mismo centro de todas las actividades que realicen; algunas malas compañías aprovechan su posición dentro del grupo y actúan con ventaja pues, saben de las debilidades de sus compañeros y estan al tanto de sus carencias, conocen las fortalezas y las esquivan, y siempre se benefician con la situación.
No es un secreto que, en el medio artístico (y en cualquier nivel), la envidia es el principal veneno que carcome a las personas carentes de talento, y al no poder competir con los grandes artistas; comienzan a sacudir el entorno, creando conflictos, contraponiendo a los amigos y azuzando a los enemigos. Este tipo de personas, navegan con bandera de intelectuales, los lideres indiscutibles de los subgrupos, se sienten indispensables y pueden manejar a los más débiles o a los nuevos integrantes a su conveniencia.

El efecto Yoko Ono, provoca la separación de un grupo desde su propio seno, donde una persona se dedica a sembrar la semilla de la discordia, por medio de la duda y el rumor. Como resultado; sus integrantes sucumben ante la tentación de éste, o de comentarios mal intencionados, los sienten verdaderos y el veneno los consume. Este rumor, es tan fuertemente fundamentado; que es difícil de creer que es una mentira, ya que el que lo inicia, conoce a la perfección cada reacción de sus compañeros, lo ha analizado anteriormente, y sabe como lastimar. Es en esencia “divide y vencerás”

Todos hemos sufrido de alguna manera las secuelas de este efecto, hemos dejado de hablarle a amigos y conocidos, enfrentamos a terceros pensando que de esa manera nos dejaran en paz, cuando el golpe viene de otra parte... esta justamente a nuestro lado.

Si una sola mujer pudo terminar con un grupo de fama mundial, y otra fue la causa del suicidio de otro genio naciente Kurt Kobian (a lo mejor estoy exagerando pero pregúnteles a los fans y verán que no me equivoco), ¿que pasará con un grupo de fama local?. Estamos acostumbrados a dejar que las cosas simplemente pasen, sabemos donde esta la raíz del mal y no hacemos algo por erradicarla. Lo más resuelto que podemos hacer, es aislar la raíz, tomar al fruto de esa planta y alejarla del resto para que no se contaminen.

Debemos de ser mas fuertes y no permitirle a todos y todas las Yoko Onos que nos encontremos en nuestro camino, el desbaratar una meta que se ha planteado en grupo. Una sola persona no puede ser más fuerte que dos. Abramos los ojos y luchemos por lo que nos es nuestro, Roma no se hizo en un día; y también fue un trabajo de equipo.

En Tecate

Prometo no hacer escritos tan largos, pero esta anécdota de mi vida sucedió hace 15 años, fue un sabor agrigulce que deseo compartir. Si en alguna improbable oportunidad los protagonistas la leen... espero que podamos platicar, son muchos años de espera.

El primer corazón roto

Cuando cumplí 15 años, mi madre, como toda una mujer trabajadora y orgullosa de sus hijos, busco de un millón de formas, hacernos nuestra fiesta a mi hermano y a mi. Para mi gusto, es la mejor quinceañera a la que he asistido, ya que mi mamá hizo una recepción para jóvenes, con una escasa dotación de adultos y el alcohol controlado... el resultado: cero accidentes y mucha diversión.

En esas fechas, las cosas con la familia por parte de mi abuelo estaban queriendo componerse, ya que desde que recuerdo, entre ellos había una desunión e incomunicación total. Por eso mismo, mi mamá invitó a unos primos de la misma edad que nosotros, ella tenia 16 y su hermano 14. Durante la fiesta casi no tuvimos tiempo de convivir, pero al día siguiente, pudimos conocernos de lo cual surgió una bonita amistad. Decidimos escribirnos (en esa época nada que ver los chat ni los e-mails, así que eran cartas normales), y de esa relación epistolar surgió la invitación para pasarnos las vacaciones de verano en su ciudad.

Ya estando en la casa de mis tíos, lo lógico era que yo durmiera con mi prima y mi hermano con mi primo, es natural imaginar que las noches las pasábamos conversando acerca de nuestras breves experiencias adolescentes, los amores y desamores, los primeros besos, los novios, la inseguridad y todos aquellos inmensos problemas que nos suceden a los 15 años de edad. En esas conversaciones, mi prima me confesó la historia de su primer gran amor, que terminó en decepción. No necesito relatar los detalles, pues que se puede esperar de un plebe bastante guapo de 16 años tratando de enamorar a la chica rica de la ciudad, y con infinidad de chicas asediándolo.

En fin, la historia no terminó bien, y ella se pasaba los días preguntándome cuando iba a terminar su mala suerte, pero ¿qué podía decirle yo... si me encontraba en la misma situación?. Un día estábamos orgullosamente perdiendo el tiempo mirando videos musicales con el grupo sensación del momento (Garibaldi y no se rían), cuando un amigo de el sujeto en cuestión le llamo por teléfono (regular) a mi prima, y entre broma y broma, mi bocota de adolescente se abrió para dejar escapar la peor de las indiscreciones jamás dichas: mencionar el nombre del individuo con algún que otro arreglo despectivo.

Ya se han de imaginar lo que sigue no?... mi prima aventó el auricular escondida tras el sillón de la sala totalmente apenada y con un cambio de colores en su rostro semejantes al arco iris. Yo por mi parte, trate de arreglar la situación, tomé el teléfono y le dije al chavo que lo que había escuchado nunca sucedió, y aquel infame muerto de risa se apiadó de mi súplica, afortunadamente; pero pidió como recompensa conocerme e ir a visitarnos a la casa para invitarnos a la feria local, que en ese tiempo presentaba a la muy famosa cantante Gloria Trevi (que lejanos estaban los días en que su fama se viera destrozada por las acusaciones que se le imputaron, y era el máximo icono del pop mexicano).

Mi prima se puso muy nerviosa. Todo ese día daba vueltas hacia el ventanal esperando la visita de su amigo, la verdad yo me encontraba tranquila, era algo que para mí no tenía demasiada importancia. Pasados al menos 20 minutos de la hora indicada de la visita, el timbre de esa casa retumbó como un mal presagio de lo que sucedería después. Todavía recuerdo el rostro desencajado de mi prima, los ojos tristes y la voz entrecortada; yo no entendía que pasaba y me dijo que me hablaban en la puerta.

Al salir, estaba en la puerta el amigo aquel del teléfono, me saludó muy amablemente, y después me presentó al gran amor de mi prima, ese chico de 16 años que tanto la había hecho sufrir y era la causa de cierto complejo de inseguridad que la aquejaba. El instante fue tan incómodo como doloroso. Nuestras miradas se cruzaron tratando de disimular, ¿pero que pueden esperar de dos adolescentes en plena explosión de adrenalina, feromonas y sentimientos?

El flechazo fue instantáneo. El chico prácticamente ignoró a los demás, e inmediatamente intentó hacer una conversación individual. Mi cuerpo se dividía entre lo que dictaba la razón y lo que no negaba el sentimiento. Todavía recuerdo esa sensación, el latir del corazón y el malestar por lastimar a un inocente. (Debo decir que era la primera vez quien era yo la que lastimaba, pero eso no me consuela hasta la fecha). Los minutos transcurrían, y a cada segundo el sentimiento le ganaba a la razón.

El amigo se fue cansado de esperarlo... mi prima fue en busca de consuelo con sus vecinas, por lo que pasé a ser la bruja del siglo. Y yo ahí, simplemente siendo quien soy, o lo que creía ser en esa edad. En fin, fuimos a la dichosa feria, él nos alcanzó en el lugar, y estuvo cerca de nuestro grupo en todo momento.

Es por demás decir que las amigas de mi prima me hicieron la ley del hielo (incluyéndola), a lo que él extrañamente de dio cuenta (y digo extrañamente porque siendo hombre... y de 16 años), y me sugirió apartarnos del grupo, a lo cual con lágrimas en los ojos accedí. A partir de ahí me aleje de los problemas y me divertí lo que restó de la velada, él me regaló una camiseta conmemorativa, que todavía conservo, vimos el concierto y regresamos a casa.

Las cosas con mi prima no mejoraron al llegar a dormir, y todo se complicó cuando al día siguiente, el chico llegó a visitarme. Al despedirse pude ver lágrimas en sus ojos, que compartí en ese breve abrazo y beso en la mejilla que nos regalamos. Al entrar a la casa, mi prima había cerrado la puerta de su recámara con llave, mi corazón ya no soportaba tantas emociones diferentes... al mismo tiempo. Y para colmo, mi tía me dio un sermón acerca de ese amor imposible que había surgido en su hija, y creo yo que trataba de defenderla y al mismo tiempo disculparla, pues la culpa de todo la tenía yo, por haberme cruzado en su camino.

Regresamos a casa al día siguiente. Nos escribimos unas cuantas cartas y deje de tener noticias de él y de mis primos. Las cosas con ella jamás mejoraron, la última vez que la vi fue hace casi 10 años en el funeral de mi abuelo, me dijeron que se casó y ya tiene hijos, mi primo también formo una familia y terminó su carrera. El día que falleció mi tío no pude asistir al funeral, así que creo que si los veo en la calle, no podré reconocerlos.

Al cambiar de domicilio, un día de julio, le escribí una carta a ese chico, la redacté de manera impersonal, pues no sabía si todavía vivía ahí. A los 3 días me llamó por teléfono. Teníamos 23 años.

Al tiempo, justo después de un accidente que tuve, quise hacer contacto, pero creo que su esposa me contestó la llamada. Ya no supe si le causé un problema, pues debido a la pésima conexión de larga distancia, ésta se bloqueó.

Hasta la fecha, no he sabido de él o de mis primos. Hasta la fecha sigo sintiéndome culpable. Yo sé que son etapas de la vida que se viven y que nos hacen fuertes. Pero en mi escaso conocimiento de las relaciones humanas a la edad de 15 años, siempre creí que le había robado algo a mi prima, le quité sus ilusiones, y la aparté de su gran amor.

Como dije, ella esta casada y yo no. A veces lo veo como una compensación karmica, le causé tanto dolor que la vida la premió con una familia. De él, que puedo decir, también tengo guardada todavía una foto que me envió; perduran en mi, los pocos momentos que pasamos y que fueron la causa de una ruptura familiar.

Sin embargo... espero que sean felices.