Monday, June 19, 2006

Una Historia Más

Aquí estoy... después de meses de ausencia no? En estos días, la inspiración me llegó en hojas de cuaderno y lugares extraños, aquí una muestra:

Realmente Valió La Pena

No es una historia de amor, pero se acerca suficiente. Comenzó en una noche aburrida, una convención en un lujoso hotel y un salón saturado con personas que desconocía, rostros de gente culta, que parecían hablarme en otro idioma, y me trataban con demasiada familiaridad, como si me conocieran de toda la vida. En un momento desesperado, el aire comenzó a faltarme y traté de huir de aquel lugar a toda prisa y sin mirar atrás; pero, un par de personas impidieron mi escape, dos jóvenes que mi madre me había presentado con anterioridad.

Uno de ellos, alto, delgado y moreno, atractivo para la mayoría de las mujeres, el otro, un poco más bajo, de piel más clara y labios perfectos, su cabello negro acentuaba su mirada, que tenía una sensualidad oculta tras la apariencia de niño bueno; se ofrecieron a ayudarme en ese trance improvisado, y gracias a ellos pude sobrevivir esa noche... especialmente por el segundo.

Él dedicó esa velada a hacerme sentir cómoda, siempre atento, galante... podría decirse que interesado, o esa fue la impresión que sentí como en uno de mis sueños adolescentes. Creo que me cautivó a primera vista y me hechizó en la pista de baile, con su falta de ritmo y sus ganas de aprender. A pesar de estar rodeados de gente, llegué a pensar por momentos que me encontraba sola con el, apartados del bullicio que prevalecía en aquella celebración. No fue difícil para mí reconocer que me había topado con alguien especial, esa clase de persona que estaba esperando conocer durante años.

La fiesta culminó entre miles de detalles pequeños y una mala racha en el juego. Y yo, que no veía la hora de saber si el estaba interesado en mí como yo en él, mientras la letra de una canción resonaba en mi cabeza... pero él se mostraba educado y amable, como se debe tratar a la hija de tu mejor amiga. Las horas pasaban, y noté como las mujeres a mi alrededor buscaban la atención de mi acompañante, él sin embargo, seguía atendiéndome a las mil maravillas, siempre respetuoso y cordial.

Llegó el momento de regresar a mi habitación en aquel hotel de más de 20 pisos, él se ofreció a acompañarme sin dejar de conversar, decidimos bajar por las escaleras, en un leve intento mío por tener un poco más de tiempo a solas.

Mientras en silencio, solo escuchaba sus palabras, entre tanto pensaba que mi tiempo se terminaba, y deseaba con todas mis fuerzas que algo pasará, que me dijera que le interesaba, que quería volver a verme, que aquel sentimiento que pensaba mío también era parte de él. Faltaban cuatro pisos para llegar a mi destino, él solo caminaba a mi lado disertando y cuestionando, y yo en mi interior me encontraba tratando de comprimir el deseo de tomarlo en mis brazos y decirle lo mucho que me había impactado su personalidad, su forma de ser, sus labios, sus manos, su cabello... sus ojos, esa mirada que sin duda era la culpable de todo.

Sin imaginarlo, al pie del primer escalón del último piso por descender, se colocó delante de mí. Todavía recuerdo el brillo de aquellos ojos, la mirada fascinante, que era la razón de todos los sentimientos que en mi interior se confinaban. En un breve momento, consideré besarlo, pero él se adelantó a mis pensamientos y acercó sus labios a los míos en un beso que había creído que no llegaría jamás, nítido y perfecto.

Todo mi ser se estremeció con el calor de su cuerpo. Sus brazos rodeaban mi cintura y espalda en una mezcla de pasión reprimida, nostalgia ternura y un poquito de desesperación. Sus labios se sentían cálidos, sensuales... tan perfectos como su mirada. No pude evitar preguntarle porque había tardado tanto, él solo contestó que no quería arruinar la noche tan maravillosa que habíamos pasado. ¿Arruinar? ¿Como puede un beso dilapidar una velada fantástica?. Sin embargo, el sabor dulce y cálido de ese hermoso momento perdura en mi mente, como el recuerdo de un amor lejano.

Pero el tiempo no perdona, y la noche terminó. Ambos regresamos a nuestros hogares pensando en seguir en contacto. Comenzamos a escribirnos unas cuantas cartas, hasta que las suyas dejaron de llegar... primero pasaron pocos días, hasta que la espera se transformó en semanas. Todavía me levanto con la esperanza de encontrar en mi buzón alguna noticia suya, una nota que me hable de su vida, una imagen que me refresque el contorno de su rostro. No obstante, me aferró a su recuerdo, y la figura de sus rasgos se desgastan con el quebranto de la ausencia.

Aún espero saber de él, le deseo lo mejor del mundo y le agradezco las horas tan extraordinarias que me concedió, fue lo mejor que me ha pasado en la vida, me recordó que aún tengo corazón y que late con emoción, y aunque en estos momentos se encuentre solitario, siempre he dicho que es mejor sentir dolor... que sentir vacío.

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