Friday, July 18, 2008

Tltlc 08

Hola de nuevo. Después de muchas aly-aventuras me encuentro aquí, por primera vez contando una historia, de la que no soy protagonista; como narrador omniscente me permito entregarles esta historia, que nació en mi imaginación transitando en uno de los lugares más históricos de nuestro país. Cualquier similitud con un personaje de la vida real... es una simple coincidencia.
  • La Rosa y El Mago
Sucedió una noche, en un jardín extraño. La rosa y la margarita se encontraron repentinamente abandonadas en una selva de asfalto. La margarita, en su papel de flor sencilla, fue desdeñada por las otras flores, por carecer de la belleza y elegancia que éstas poseían. La rosa, por su parte, se encontraba aislada del resto, por habladurías de las otras flores que envidiaban su belleza y energía natural, que la distingue de las otras por el simple hecho de existir.

Sin embargo, la rosa no despreció a la margarita, y se encontraron juntas en una aventura, de esas que no se pueden olvidar. La rosa tenía varios amigos, que las rescataron en aquella selva; pero esos amigos no querían simplemente admirar a la rosa. Comenzaron a salir de sus disfraces de oveja para convertirse en un lobo exigiendo la recompensa por sus favores. La margarita no sabía como ayudar a su amiga, y se limitó a escuchar los lamentos de la rosa, que sólo quería conocer el lugar en donde se encontraban.

Y ambas comenzaron a vagar sin rumbo entre edificios con siglos de historia, mientras la rosa se perdía en los aparadores y la margarita consumía cada librería que se encontraba a su paso. Dos flores completamente opuestas que terminaron por encajar. Gracias a las otras flores por despreciar lo que no conocen, o que piensan conocer ya.

Una tarde, después de librarse de otro lobo, la rosa se encontraba triste, mientras la margarita observaba unas ruinas de aquella ciudad. Comenzaron a caminar lentamente, pensando en lo perdidas y solas que se sentían. Sin querer, se toparon con un grupo de personajes interesantes, que se adelantaban a su paso. La margarita le sonrió a un sapito simpático que estaba en compañía de un mago, que quedó impresionado con la belleza de la rosa.

Después de tomar unas fotografías, las flores se unieron a ese grupo, que las invitó a pasar un rato en su hogar. La margarita observaba en silencio a sus nuevos amigos, actores extranjeros que buscaban la suerte en este lugar, cada uno con su propia personalidad y encanto; mismos que le recordaban al sol que le esperaba en su tierra.

La rosa, observaba tímidamente al mago, mientras este, se envolvía en bromas y trucos para llamar la atención. Poco a poco la margarita notó como crecía algo entre ellos, ese sentimiento que se siente en el aire, y es notorio para los demás. La rosa y el mago habían sucumbido ante la magia del amor a primera vista.

Las flores tuvieron que dejar al grupo por unas horas, mientras el sapito y el mago las acompañaban a su destino, la margarita notaba como ellos no querían separarse, y le prometió a la rosa que regresarían. En un momento inesperado, el mago selló la promesa con un tierno beso robado, que dejó a la rosa flotando entre nubes, insistiendo aún más en el regreso a la mañana siguiente.

El castillo donde vivían, quedó en el recuerdo, al llegar al hogar del mago. Las paredes antiguas y un poco descuidadas, contrastaban con la elegancia y lujos de su castillo improvisado, sin embargo, con tal de ver a la rosa feliz, la margarita accedió a quedarse en ese lugar. Mientras, la margarita se hizo amiga del sapito, quien la llevó a conocer lugares distantes, los dos se parecían mucho, por eso pudieron consolidar su amistad, entre bromas y juegos que solo ellos podían entender, caminaron por la ciudad; mientras la rosa convivía con el mago.

Fueron solo dos días. Dos días en los que el mago y la rosa vivieron felices, compartiendo pensamientos, tristezas y trucos de magia. Dos días que a ellos les parecieron siglos, horas que se convirtieron en días por el simple hecho de que no querían que se terminaran. La rosa debía regresar con sus espinas. Su rosal demandaba su presencia, en virtud de sus retoños, las espinas lastiman aun en la distancia.

La mañana del regreso, la margarita se sentía realmente extraña, una sensación de vacío inundó su cuerpo, y todo su ser reclamaba al sol que dejó en su tierra, mismo sol que a veces se niega a darle calor, pero que aún así extrañaba tanto. La rosa llegó a su encuentro con la tristeza marcada en el rostro por el adiós inevitable. El llanto que contenía se transformó en palabras dulces que recordaban cada instante vivido en los brazos del mago, quien le enseñó la libertad de vivir en unos cuantos días. La margarita y la rosa debían dejar la selva en cuestión de minutos. No había marcha atrás.

De camino a su jardín, la rosa lloraba en silencio. Mientras la ciudad iba quedando cada vez más lejana, la esperanza de quedarse se fue disolviendo entre las nubes. El rosal estaba cada vez más cerca y con él, las espinas.

Los retoños mitigaron el dolor de la rosa, con un abrazo tierno y el amor que le profesaban con sus palabras; las espinas reclamaban situaciones absurdas aun en presencia de la margarita, la rosa fue perdiendo color entre más tiempo pasaba cerca de la espina. Triste final para una historia fantástica.

El mago se quedó en su hogar, improvisando trucos con unas cartas nuevas, mismas que le regaló su rosa. En ellas se quedaba el corazón y el amor que se vive pocas veces en la vida. Y que por el destino, les tocó vivir; que importa si fueron sólo unos días.

Por desgracia, las cosas debían terminar así… La margarita de vuelta con su sol, el mago con su magia y la rosa con su espina.

1 comment:

Flor said...

Esta lindo Amiga, sabes captar muy bien ciertas situasiones de la vida, gracias por expresar lo que muchos no podemos, sabemos, queremos o simplemente no nos animamos.