Wednesday, May 27, 2009

Reiterando...

De Xtbl para arriba... es un hecho, sin embargo, a veces; sin querer, damos un paso atrás para tomar impulso. Esta vez el paso no fue tan malo... dentro de lo que cabe. Las cosas bellas se quedan en el recuerdo, aunque las malas se transforman en heridas visibles. Pero todo es aprendizaje.

Las Pequeñas Diferencias

Intenté comenzar a escribir de mil formas distintas. Las palabras querían salir de mi mente, pero al mismo tiempo se mantenían aisladas. No sé porque, en esta ocasión se rebelaban ante mí, impidiendo sacar el sentimiento que me había estado consumiendo estas últimas semanas.
Como había dicho, no me negué la posibilidad de conocer gente nueva, en un breve intento por encontrar e esa persona especial, no es que lo busque, simple e irónicamente llega. Esta vez, lo conocí en el lugar menos esperado, el refugio que habíamos encontrado mis amigas y yo para alejarnos de los problemas cotidianos. Llegábamos y cantábamos canciones que se nos venían a la mente, al grado de que en un tiempo, los trabajadores del lugar ya no nos preguntaban que queríamos y solo ponían la pista y disfrutaban del espectáculo.
Él siempre cantaba las mismas canciones, al principio nos reíamos de su facha y su estilo vocal, era algo realmente cómico. Una ocasión se acercó a mí pidiendo que le dedicara una canción. En las siguientes visitas, ya nos saludábamos como si fuéramos amigos. Hasta que un día, todo cambió. El intercambio de teléfonos y la promesa de una cita fue el comienzo de todo.
No sé cómo se fueron dando las cosas. De un día para otro, comenzó el coqueteo inocente, que terminó en una cita formal. Me encontré ante una persona completamente distinta a lo que estaba acostumbrada. A simple vista, no teníamos nada en común, y para el resto de la gente era extraño vernos juntos, “el roquero y la intelectual” o algo parecido.
Pasamos días muy bellos conociéndonos y conversando. Pero así como empezó se terminó. En un instante, todo lo que había construido en mi mente se derrumbó. Me encontré ante una persona diferente, intratable, no se le daba gusto, y lo más difícil, alguien que quería cambiar mi forma de ser. NO entendí porque, y es hora que no lo comprendo; pero es algo que ya no tiene remedio.
En mis poca o mucha experiencia en cuanto a las relaciones de pareja, siempre creí que el proceso de tratarse y conocerse, servía para encontrar esas pequeñas diferencias que podrían subsanarse mediante el diálogo y la comunicación. Según yo, no se trata de imponerse el uno al otro o tratar de cambiar lo que se es, por lo que se desea.
Y eso me pasó. Esas pequeñas diferencias fueron alejándonos a pasos agigantados, hasta que un día, me di cuenta que estaba cayendo en mi error de siempre: tratar de solucionar las cosas, ceder y dialogar. Ese día comprendí, que no necesito estar en una relación donde una sea la que de todo y el otro nada… y siempre ha sido así. Las mujeres tenemos esa peculiaridad, el tratar de que las cosas funcionen a toda costa, porque los queremos, porque pensamos que se puede. Y la mayoría de las veces no sucede.
Aunque deseo fuertemente encontrar a alguien que me quiera por lo que soy, no estoy dispuesta a conformarme con lo que llega, aunque parezca que es bueno. Duele mucho darse cuenta, pero en fin. Lo que si se es que en un rompimiento no solo uno tiene la culpa, es un conjunto de malos entendidos, que comienzan a pesar hasta que uno tiene el valor de decirlo abiertamente.
Uno de mis primos me dijo, que a veces al hombre le da pereza “volver a empezar”, y que la mujer que pasa mucho tiempo sin pareja “se le olvida como serlo”. Si es o no verdad, sus palabras se pegaron en mi mente y no las he podido sacar. Lo mismo que esa frase que últimamente me han dicho mucho: “que las mujeres de tu edad (pasando los 30 específicamente), no quieren una relación seria, porque son demasiado independientes”. ¿Quién fue el inteligente que sacó esa idea?
Saben, a “las mujeres de mi edad” nos gustan los detalles, queremos las rosas y la cena romántica, queremos la serenata aunque sea virtual, nos gusta el romance y creemos en el amor… al que tristemente se confunde con el sexo. Claro que queremos una relación formal y seria, pero el mismo hecho de ser independientes y autosuficientes, nos abre los ojos y nos volvemos un poco más selectivas… esa es la gran diferencia, pero eso no quiere decir que no lo queramos, simplemente nos reservamos un poco más.
Esa es la pequeña diferencia que provoca que cada vez haya más “mujeres de mi edad” que dejan de buscar. Ya estamos en una época, donde no vamos a cambiar lo que somos, por quedar bien con un hombre, que al final de cuenta se irá con alguien más joven, o menos inteligente, o que gane menos que él.
Esa sí es una realidad.