Tuesday, May 29, 2007

Tepeeg no tu

Alguien por ahi me dijo que en el medio artístico se dan mucho los "amores de festival" de esos que comienzan el dia de la inauguración y terminan en la clausura... dejenme decirles que se equivocan, algunos perduran y aunque lleguen a su fin, queda el recuerdo y una bella amistad.
Remembranza

Mi vida ha transcurrido entre miles de anécdotas que a veces no puedo contar. Esta no es una de ellas. Esta historia, es digna de recordar, pues me enseño a levantarme después de un fracaso y a entender que en la vida hay batallas que se ganan y se pierden, y aunque a veces creas que llevas más batallas perdidas, la guerra sigue y debes aprender y sobrevivir.

Lo conocí en un evento. Un pequeño espacio ejidal a las afueras de Ensenada, donde cada año, la gente se reúne a disfrutar del baile típico de nuestra región, pacas que sirven de asientos, frente a un escenario donde los mejores grupos del estado demuestran sus habilidades. Había terminado mi participación cuando lo vi… alto, rubio, con su vestuario en color azul, llevaba en su mano un fuete, instrumento poco usual en nuestro baile, y le pregunté para que lo usaría. A partir de ahí nos enfrascamos en una amena conversación, las horas pasaban y el y yo seguíamos en lo nuestro, hasta que llego el momento de partir.

De camino al autobús, ya habíamos intercambiado teléfonos y direcciones, y por alguna circunstancia no nos pudimos despedir, solo recuerdo que de repente vi como mi vehículo avanzaba aun lado suyo sin poder bajar siquiera a decirle adiós. Después, comenzaron las llamadas, recados… todo compensando la nula despedida. No se en que momento los mensajes comenzaron a tomar un sentido romántico. Las palabras se convirtieron en caricias mágicas que solo ocasionaron el deseo de volver a vernos.

Ese día llego a las pocas semanas. Una calida mañana de verano, apareció en la puerta de mi casa, con su mejor amigo como acompañante, y una hermosa sonrisa como regalo. Un pequeño beso fue nuestro lazo, un abrazo fuerte y una mirada coqueta completaron el reencuentro. Pasamos ese día juntos, en compañía de su amigo y mi mejor amiga, las horas transcurrieron despacio, pero llenas de ilusión y cargadas de un naciente sentimiento que parecía crecer a cada minuto.

Llego la noche y él debía regresar a su ciudad. Esta vez, si hubo despedida, fue triste, melancólica; unas lagrimas cayeron de mis ojos, pues no quería que se fuera. Era inevitable, debía regresar; sellando nuestro compromiso con un beso tierno, emprendió su viaje de tres horas y llego con bien.

Así pasaron seis meses, viviendo en una ciudad y otra, nos veíamos los fines de semana, siempre con una triste despedida. La primera vez que viaje a su ciudad, me recibió con su hermosa sonrisa, amable y cariñoso, pasamos el día en su casa, con su familia y con sus amigos. Recuerdo el color del agua en el malecón casi a la hora de partir, el sol dejaba reflejos dorados entre cada onda que viajaba a nuestros pies, casi parecían decirme que me quedara, pero me esperaba mi trabajo y mi casa. También recuerdo su silueta cuando se alejaba mi autobús, era la ultima salida, se fue perdiendo de mi vista al tiempo que lloraba, no quería dejarlo y no podía quedarme.

La última vez que estuvimos juntos, fue en un congreso de su escuela en mi ciudad. Como una premonición, supe que algo pasaría, al alejarme del hotel donde se hospedaba, mientras cerraba la puerta imagine que no lo vería mas. Sentí un dolor extraño en mi pecho y un malestar latente… como cuando sabes que algo terminó. Comenzaron a pasar días sin recibir cartas, ni llamadas, ni recados. Hasta que un día, cumpliendo exactamente seis meses de haber comenzado todo, decidió terminar. La distancia fue el pretexto, el tiempo su ayudante y la tristeza mi verdugo.

Trate de superar la melancolía que me dejo su decisión, y el tiempo pasó llevándome por sus días nuevamente sola. Así llego el tiempo de encontrarnos en otro evento anual, me saludó con la noticia que había conocido a alguien y que era sumamente feliz. Mi corazón se llenó de envidia malsana, y me porté realmente odiosa con él. Simplemente no lo quería cerca de mí y menos con ella. Regresé a mi casa llena de remordimiento, y le escribí.

Nos seguimos escribiendo de vez en cuando, cada quien con su vida, cada uno en su ciudad. Este año, nos topamos de nuevo en el evento. Todo fue distinto. Me dio gusto verlo y saber que esta bien, que tiene un buen trabajo y una novia amorosa. Platicamos, nos tomamos fotos, todo fue lindo en verdad. Mi corazón ya no sintió odio ni resentimiento, es mejor saber que es feliz y que tiene una buena vida, me da gusto en verdad.

Cuento esta historia porque conocí a alguien que me mostró la vida de otra manera, lejos de las envidias y malos modos en la que estoy sumergida, conocerlo a el y a sus amigos, me mostró una faceta nueva de la gente, me recordó que todavía existen las personas buenas… que le abren su corazón a una completa extraña y la tratan como una amiga.

Posiblemente lo vea el año entrante, en el mismo evento donde lo conocí, quizás un año me de la sorpresa de que es padre, y que vive feliz con su esposa y su trabajo, que su familia sigue bien y sus sobrinas creciendo sanamente. Simplemente espero que tenga todo lo mejor del mundo, se lo merece. Y también yo.

Y así como tuve la oportunidad de conocerlo hace dos años, espero algún día encontrarme nuevamente con una persona especial, que me saque de la soledad y que llene mi vacío. Mientras, solo quedan los recuerdos.