Hasta que
un día me dije “basta”.
Alguien una
vez me dijo, que soy un ser de luz, que brillo tanto que hay personas que
quieren opacarme. Me lo han dicho muchas veces, individuos allegados y
desconocidos. Pero como parte de mi educación, nunca pensé ni he pensado que sea
verdad. Aun así existo, y no desapareceré en un buen tiempo.
He luchado
contra la envidia y mala voluntad de algunas personas por años, tantos que me
llegué a acostumbrar al rechazo y desvaloración. Es cierto que sólo en ese
grupo encontré esa actitud, el resto de mis conocidos no estaba contagiado de
esa enfermedad.
Tengo años
esperando que ellos encuentren mi fórmula correcta, la que en una ocasión le
mostré a una persona que no comprendía el porqué de ese afán de burlarse de mí,
humillarme (según ellos) a mis espaldas, reírse de mi dolor, regodearse de mis
fracasos, alegrarse de mi desfortuna.
Sin embargo
como el fénix renazco cada vez más fuerte de las cenizas… y eso provoca más
descontento. Parece que ningún movimiento que yo realice es correcto. Pero
desde hace tiempo dejó de importarme, porque me di cuenta que no soy yo la que
está mal. Porque hace tiempo me encontré a mí misma y aprendí a amarme sola.
Aun así, parece
que mi tranquilidad les molesta. Parece que mis emociones les afectan. Que no
soy digna de reconocer en otros la belleza y el atractivo natural del ser
humano. Que no tengo derecho a amar. Que no puedo pecar. Que no tengo derecho a
luchar. Que no me debo enamorar.
Y lo que en
un tiempo me causaba molestia hoy me provoca pena. Pena porque esa gente no
puede vivir sin hablar mal de mí. Y que patética vida debe ser esa, que sólo burlándose
del prójimo pueden ser completas.
Como una
amiga dice… mi vida es otra. Yo paso por ella con tranquilidad, la tranquilidad
de haber encontrado el equilibrio, de no pensar en lo que lastima, de saber que
dicen y desdicen, pero realmente no me importa. Para mí, eso ha dejado de ser
una motivo de un ¿por qué?.
¿Por qué se
ensañan conmigo si real y literalmente nunca les he hecho nada malo (ni bueno
debo admitir)?
Simplemente
porque pueden y quieren… sin embargo lo hacen a mis espaldas. No pueden verme
con un nuevo amigo, porque inmediatamente van en su asecho. Unas veces ha
funcionado, otras veces no. Pero yo sigo aquí.
Y el día
que dije basta, fue el día que me liberé. El día que dije basta, fue el día que
me encontré. ¿Me enojo a veces? Sí, soy humana. Hay días en los que uno no
tiene ganas de estar aguantando veneno. Hay días en los que uno quisiera que la
gente reaccionara como lo haría uno mismo. Pero no es así. Y es desgastante
incluso pensar en ello.
Las letras
siempre han sido mi mejor compañía. Y expongo esto como una terapia catártica,
para expulsar el enojo, el hastío, el cansancio de que en años no hayan podido
encontrar otra protagonista de sus historias. Porque siendo sincera… es cansado
vivir en una mala telenovela.
Pero una vez
depurado el enojo, me encuentro leyendo mi propia historia, amigos, amores que
van y otros que vienen. Ha sido buena esta parte de mi vida. Independientemente
del afán de esa gente de mostrarle al mundo lo nefasta que soy. Puedo decirles
algo. NO LO SOY. Y las personas que realmente me conocen disfrutan de lo que
realmente encuentran en mí.
Y lo demás…
No tiene la menor Importancia.